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Señora mayor leyendo en un escenario. | Fuente: Flickr.com/John Edwards 2008 (CC BY-SA 2.0)
Señora mayor leyendo en un escenario. | Fuente: Flickr.com/John Edwards 2008 (CC BY-SA 2.0)

Mujer de 81 años cumple su sueño de niña actuando en un escenario y un periodista se encuentra con ella a la salida - Historia del día

Guadalupe Campos
13 sept 2023
19:00

Una mujer de 81 años que había dejado sus sueños de lado por el bien de su familia los cumple un día actuando en un escenario. Pero ahí no acaban las cosas, ya que alguien del público se fija en su talento y tiene en mente una gran oferta para ella.

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Primero como esposa, luego como madre y más tarde como abuela. Desde que Teressa tenía memoria, siempre habia vivido para los demás, nunca para sí misma. Vivir la vida como un acto de entrega no es para todo el mundo, pero para Teressa, así es como había pasado toda su vida.

Cuando Teressa era pequeña, tenía grandes sueños. A diferencia de otros niños de su edad que jugaban con muñecas, Teressa se pasaba horas y horas en su habitación leyendo poemas y escritos de autores famosos: Charles Dickens, William Shakespeare, Emily Dickinson, lo que se te ocurra. A Teressa le encantaba recitar poemasm con todo su corazón.

"¡Quiero ser poeta, mami! Y quiero recitar mis poemas en el escenario", le decía a su madre, que le devolvía la sonrisa y le aseguraba que sus sueños se harían realidad algún día. Pero, por desgracia, eso no ocurrió.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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La escritura y los poemas de Teressa quedaron en segundo plano mientras la vida le iba lanzando nuevas responsabilidades. Tras la muerte de su padre, cuando ella tenía 18 años, tuvo que cuidar de su madre. Después de casarse, vinieron los hijos, y luego los hijos de los hijos. Y en algún lugar, el talento de Teressa, sus poemas y su sueño de actuar sobre un escenario fueron quedando muy atrás.

Un domingo por la tarde, Teressa cocinaba alegremente en la cocina, tarareando una canción para sí misma. Sus hijos y nietos estaban de visita y, aunque los médicos le habían aconsejado que no se estresara, se había pasado cinco horas preparando toda la comida para ellos: espaguetis con albóndigas, tacos, ensalada y la tarta de manzana favorita de su nieto menor.

"Disculpe, señora, ¿podemos hablar un momento?", una voz por detrás detuvo de repente a Teressa.

Cuando sonó el timbre, Teressa se quitó el delantal y se miró rápidamente en el espejo para quitarse la harina de la cara. Luego abrió la puerta y vio a su familia en el porche.

"¡Mis amores, me alegro tanto de que hayan podido venir hoy!". Sonrió y abrazó a todos cuando entraron.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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"¡Huele increíble, mamá! Me muero de hambre. Seguro que has hecho la tarta de manzana favorita de Brian. ¿Verdad?", preguntó su hija Linda, y Teressa sonrió.

"¿Cómo podría no hacerla? Es mi niño", dijo mientras abrazaba a Brian. "La abuela te ha echado de menos, cariño".

"Yo también te he echado de menos, abuela. ¿De verdad hiciste la tarta de manzana?"

"Sí, claro que la hice", dijo ella.

"¡Y NOS LA COMEREMOS CON HELADO!", gritaron al unísono, y todos se echaron a reír.

Brian era el pequeño de la familia y sólo tenía diez años. Adoraba a la abuela Teressa y siempre deseaba visitarla porque sabía que lo mimaría con comida deliciosa.

Después de devorar su postre favorito tras la comida de aquel día, Brian se sentó con Teressa a mirar sus álbumes familiares.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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"¿Puedes traerme el álbum de mi armario, cariño?", le preguntó ella cuando terminaron el primero, y Brian se apresuró a ir al armario de su abuela.

Mientras buscaba el álbum, Brian descubrió un montón de papeles escondidos detrás de su ropa y empezó a leerlos.

"¡Abuela!", corrió hacia ella. "¿Son tuyos? ¿Escribes poemas?", le preguntó.

"Oh", Teressa escondió nerviosamente las hojas en el álbum. "Bueno, a veces, cariño. Cuando era chica soñaba con leerlos en el escenario, pero nunca tuve la oportunidad. Verás, tuve dos hijos maravillosos, luego un montón de nietos adorables, y me puse a trabajar. De todos modos, olvídate de eso. Vamos a ver las fotos".

Pero Brian no se olvidó de los poemas de su abuela. Una semana después, la visitó desde el colegio con un sobre, y cuando Teressa leyó la carta que había dentro, se le llenaron los ojos de lágrimas.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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"Te he apuntado al concurso de talentos, abuela", exclamó. "¡Por fin podrás subir al escenario y leer tus poemas!".

"Oh, no puedo creer que hayas hecho eso", dijo Teressa entre lágrimas. "Cariño, soy demasiado mayor para esto. Me pondré nerviosa. No quiero".

"¡Vamos, abuela! Tú puedes. Eres una estrella del rock. ¿Recuerdas cuando le dije a mamá que quería ser Superman? Sé que fue una estupidez y que nadie creyó en mí, ¡pero tú sí! ¡Vamos, abuela! ¡Tienes que hacerlo! ¡Tienes que hacerlo! ¡Por favor! ¡Por favor! ¡A-bue-la! ¡A-bue-la! ¡A-bue-la!".

Al final, Teressa tuvo que aceptar. ¿Cómo no iba a ceder? Después de todo, con su nieto tenía el sí fácil. Sus hijos también la animaron. "Mamá, por favor, hazlo por Brian", le decían, motivándola.

Y así, el día del concurso de talentos, Teressa subió al escenario y empezó a recitar sus poemas. Estaba nerviosa y le temblaban las manos cuando se puso delante del público, recitando sus escritos, pero su nietito, que estaba entre el público, era su motivación.

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La había besado en la mejilla antes de su actuación y le había deseado lo mejor. Ahora estaba entre el público con sus padres y otros familiares, mirándola con orgullo y sonriendo, lo que dio confianza a Teressa mientras recitaba un poema humorístico sobre un pequeño pueblo de cerdos.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Flickr/John Edwards 2008 (CC BY-SA 2.0)

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Flickr/John Edwards 2008 (CC BY-SA 2.0)

"...¿De quién son esos cerdos?

Creo que lo sé.

Viven en el sucio pueblo de Pigzenia,

Son malvados, feos y lo único que comen es nieve negra...".

Cuando Teressa terminó su poema, los niños del público estallaron en carcajadas. Todos en la sala la ovacionaron, y a Teressa le costó creer que sus escritos fueran apreciados. Nunca había recibido semejante reconocimiento.

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"¡Estuviste genial, abuela!" la felicitó Brian cuando salían de la sala. "¡Apuesto a que a todo el mundo le han encantado tus poemas!".

De repente, una voz por detrás detuvo a Teressa. "Disculpe, señora, ¿podemos hablar un momento?", preguntó.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Poco después, un hombre se acercó a Teressa y le tendió la mano para que se la estrechara. "Hola, me llamo Peter y trabajo como reportero para el Daily Zeitgeist. Soy periodista", dijo.

"¿Periodista? ¿De qué quiere hablarme?", preguntó Teressa, confundida.

Él sonrió. "Me gustaría escribir un artículo sobre usted. Mi hija estudia aquí, así que tuve la oportunidad de verla. Estuvo brillante. Creo que debería intentar publicar sus escritos. ¿Podría hacerle una entrevista?".

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Teressa miró a su familia sorprendida y llorando. "Vaya, ¿entrevista? ¿A mí?".

"Sí", añadió. "Sus escritos y usted merecen el reconocimiento".

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Tras la entrevista, a Teressa le ofrecieron una columna permanente en el periódico local y sus poemas extravagantes y cuidadosamente elaborados, a menudo sobre los habitantes y los animales del pueblo, pronto se convirtieron en los favoritos de los lugareños y los niños pequeños.

Teressa estaba atónita y no podía creer que sus sueños se estuvieran haciendo realidad a los 81 años. Pero lo mejor de todo fue su familia, que la animó. Le dieron todo su apoyo, y ni una sola vez Teressa se arrepintió de haber postergado sus sueños por ellos, porque los había educado bien. Estaba orgullosa de ese sacrificio y de lo que le había reportado.

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Hoy, Teressa es feliz, escribiendo poemas con todo su corazón. Como ella, muchas hijas, esposas, madres y abuelas han dejado atrás sus sueños por el bien de su familia. Pero recuerda que no hay una edad definida para cumplir tus sueños. Puedes empezar hoy mismo. Teressa es un brillante ejemplo de ello.

¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • Tu familia aprecia los sacrificios que has hecho por ellos y te quiere. Cuando Teressa necesitó el aliento y el apoyo de su familia mientras emprendía el viaje de hacer realidad sus sueños, siempre estuvieron ahí para ella.
  • No hay una edad definida para realizar tus metas y sueños. El sueño de Teressa se hizo realidad a los 81 años, y ahora escribe sus poemas con todo el corazón.

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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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