Escribí en broma un mensaje en el pecho de mi marido antes de la fiesta de Navidad de su trabajo y recibí una respuesta inesperada

Micaela escribe un divertido mensaje a su marido mientras lo envía de camino a su fiesta de Navidad, pero él cuando llega a casa, intoxicado, ella encuentra una respuesta. ¿Quién la ha escrito y qué significa?

Trabajar a distancia significa que no tengo que hacer las fiestas de Navidad de la oficina en las que todos los empleados borrachos revelan por fin lo que piensan los unos de los otros. Menos mal. Pero mi esposo, Travis, no tuvo tanta suerte, así que le envié con una nota escrita en el pecho.

No me juzgues: Travis es un peso ligero cuando se trata del alcohol.

Llevamos casados cinco años, así que confiar en Travis es algo natural. Pero empezó como una broma, porque de todas formas tenía el rotulador en la mano mientras él se vestía.

Éste es mi esposo: tócalo y lo pagarás M, escribí.

"Micaela", dijo cuando se iba. "Sólo voy a tomar unas copas. Volveré pronto a casa".

Travis se marchó, y yo empecé a poner el árbol de Navidad y a decorar nuestro salón porque ninguno de los dos tenía tiempo para hacerlo de otro modo. Pero mientras guindaba los calcetines en la repisa de la chimenea, mi esposo llegó arrastrándose hasta la casa.

Le eché un vistazo y supe que estaba borracho. Lo acompañé a nuestro dormitorio, dispuesta a desnudarlo y acostarlo. Pero mientras le ayudaba a desvestirse, encontré una respuesta a mi mensaje.

Quédate con el cambio, decía.

Me reí de ello, sin darle importancia a la situación. Pero a medida que pasaba la noche y seguía despierta viendo viejas películas de Navidad, el mensaje aparecía constantemente en mi mente.

Cuando Travis se despertó al día siguiente, le pregunté por la fiesta.

Me dijo que empezaron en su oficina, luego fueron a un bar a hacer karaoke y finalmente acabaron en un club durante unas horas. Le pregunté por el mensaje, y parecía confundido.

"Probablemente lo escribió uno de los chicos", dijo. "Había mucho que beber, y ya sabes cómo se ponen ellos".

Aun así, me molesté. Así que acudí a mi madre en busca de consejo. Confié en ella, preguntándole cómo afrontar el malestar y la desconfianza en mi matrimonio, algo que nunca había surgido en los últimos cinco años.

La solución de mamá fue pinchar el localizador GPS del automóvil de Travis. Ahora bien, yo no soy de las que husmean, y la verdad es que no quería hacerlo. Pero necesitaba que se acallara ese sentimiento persistente. Así que acepté. Pero sabía que si él lo descubría, se sentiría muy traicionado.

De todos modos, la última semana antes de sus vacaciones de Navidad, vigilé sus movimientos en mi portátil, siguiendo sus idas y venidas al trabajo. Pero entonces, una noche, me llamó y me dijo que tenía que quedarse hasta tarde y terminar un trabajo antes de irse de vacaciones.

Le creí: yo también tenía que cumplir plazos.

Pero mientras hablaba, volví a abrir la aplicación en mi portátil y vi que su coche estaba en movimiento. El automóvil se movía en dirección contraria a casa, rumbo a los suburbios de mansiones y coches lujosos.

Naturalmente, subí a mi coche y lo seguí, después de haberme descargado la aplicación de seguimiento en el teléfono. Mi corazón latía con fuerza cuando aparqué al otro lado de la calle donde estaba su coche, en la entrada de una casa impresionante.

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Me quedé sentada en el automóvil, enviando mensajes de texto a mi madre y poniéndola al día de mi actividad del viernes por la noche. Unas dos horas más tarde, Travis salió de la casa, radiante. Me incorporé un poco más, intentando verlo todo.

Para mi sorpresa, una mujer le seguía de cerca. La tomó del brazo cuando se dio la vuelta para mirarla. Le abrazó y le dio un beso en los labios. Mi corazón se encogió y los nudos de mi estómago se deshicieron finalmente porque la raíz del malestar me miró a la cara.

El mundo pareció detenerse momentáneamente mientras lidiaba con la realidad que se desplegaba ante mí. En una oleada impulsiva de adrenalina, hice algunas fotos de ellos juntos, capturando la prueba innegable del momento en que se acabó mi matrimonio.

Las guardé en el móvil, y me di cuenta de que quedarme sentada en el coche no me serviría de nada.

Me acerqué a la casa y Travis me vio primero. Estaba demasiado conmocionado para responder. Se quedó allí de pie, mirándome caminar hacia ellos.

"¿Así que tú eres la mujer que respondió el mensaje que escribí en el pecho de mi marido?", pregunté.

Pero, para mi asombro, su respuesta no fue la que esperaba. En lugar de acobardarse o negar nada, afirmó con valentía que yo merecía algo mejor.

"Maridos como éste merecen que los traten como monedas de cambio", dijo mirando a Travis.

Él, con la cara roja de rabia y vergüenza, exclamó: "¿Cómo te atreves?".

Pero no importaba. La mujer ya había cerrado la puerta. Dejé a Travis allí de pie y volví a mi automóvil, ignorándolo. Al sentarme tras el volante, leí un mensaje de mi madre y el número de un abogado especializado en divorcios.

Fue el desgarrador regalo de Navidad que me hice a mí misma, muy diferente a la celebración navideña que pensé que tendríamos. En lugar de eso, me enfrento a un nuevo comienzo: un Año Nuevo de reconstrucción, redescubrimiento y búsqueda de la felicidad a mi manera.

La vida es totalmente impredecible, eso está claro, sobre todo después de cinco años de "feliz" matrimonio.

Si estuvieras en mi lugar, ¿qué habrías hecho?

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