A anciano no se le permite entrar en club - Historia del día

Liam y Owen son dos porteros en un club de élite. Un día, un anciano intenta entrar, pero lo maltratan. Su jefe no quiere a "semejante persona" en el club, e incluso el bartender lo envenena. Se revela la identidad oculta del hombre, pero puede que sea demasiado tarde para ellos, incluido su jefe.

"Identificación", preguntó suavemente Liam, uno de los porteros del club, con una rara sonrisa en la cara.

Delante de él, en la cola, había una joven a la que no podía dejar de mirar.

Tenía su identificación en las manos, pero su atención se centraba más en el vestido negro que llevaba puesto.

Owen, su compañero, era mayor y había trabajado incluso más tiempo en el club como portero, y parecía menos afectado mientras observaba cómo Liam comprobaba su identificación antes de dejarla entrar.

"He comprobado bien la identificación", dijo Liam, sintiendo la mirada fija de Owen sobre él mientras esperaban a que la siguiente persona de la cola diera un paso adelante.

"Sí, seguro que lo has hecho", respondió Owen a Liam en tono sarcástico, tomando la identificación que le tendían.

Estaba a punto de mirarla cuando se quedó helado en cuanto desvió la mirada hacia el hombre que tenía delante.

"¿Es una broma?", preguntó Owen al instante, pensando que el hombre se había equivocado de algún modo.

Era la única explicación para que alguien como él acudiera a un club tan elitista como el suyo.

El hombre que tenía delante vestía ropas corrientes, con una masa de pelo gris en la cabeza y un bastón en la mano izquierda.

Profundas arrugas surcaban las comisuras de su rostro, y Owen estaba seguro de que el hombre tenía unos setenta años, si no más.

"¡Oye! ¡Viejo! Sal de la fila. Esto es un club. No es culpa mía si tienes problemas de memoria y has olvidado el camino a casa", dijo Liam antes de que Owen pudiera decir algo más.

"¡Muévete mientras te lo pido amablemente!", advirtió Liam, acercándose al hombre mayor de forma intimidatoria, molesto al ver que el hombre no lo consideraba una amenaza.

"Robert, ¿te llamas así?", preguntó Owen tras escudriñar la identificación que tenía en las manos.

El hombre era viejo, y Owen pensó que necesitaban un acercamiento más suave.

"Sabes que esto es un club nocturno, ¿verdad? Eres demasiado viejo para venir a sitios así", le dijo Owen con suavidad.

"Un empujón y estarás camino del hospital. Sólo miramos por ti", continuó Owen, aunque sabía que todo lo que decía no era especialmente cierto.

La razón principal por la que quería que se fuera era que permitir que un hombre así entrara en el club sólo conseguiría cabrear a su joven jefe, a quien le disgustaba todo lo que no luciera genial.

"Será mejor que te vayas y dejes de hacer cola si sabes lo que te conviene", gritó Liam con dureza, ignorando por completo las miradas curiosas de los demás en la cola.

En cuanto terminó de hablar, Owen esperaba que Robert accediera a marcharse, sólo para sorprenderse al ver que el hombre se negaba obstinadamente.

"Soy un cliente que paga. No hay ninguna razón para que me vaya, y me niego a irme", dijo Robert con expresión decidida.

Una que dejaba claro que sólo se iría si lo cargaban y lo echaban fuera. Algo que no podían hacer, ya que arruinaría por completo la reputación del club.

"¡Esto!", siseó Liam, a punto de dar un paso más hacia él, cuando Owen lo bloqueó con el brazo, fulminándolo con la mirada para que se retirara.

Una mirada a su alrededor y comprendió al instante que no había forma de utilizar la violencia con tantos ojos a su alrededor.

La cola era cada vez más larga y no podrían aguantar mucho más, y él lo sabía.

"Mira, en este momento sólo aceptamos clientes VIP. Si no puedes pagar una mesa, vete", dijo Owen con expresión seria en el rostro.

"¿Qué?", preguntó Robert, sorprendido al oír lo que acababan de decirle.

De pie junto a Owen, Liam sonrió y asintió con la cabeza, impresionado por la rapidez con que a Owen se le había ocurrido una buena razón para echarlo.

Podían elegir a quién querían dejar entrar en cualquier momento, y si el hombre no podía seguir las nuevas normas, tendría que marcharse.

"De acuerdo", respondió al instante Robert ante la sorpresa de los dos hombres de seguridad mientras tecleaba rápidamente en su teléfono.

Después de teclear, giró la pantalla de su teléfono para que pudieran ver la gran reserva que había hecho.

Sólo era una persona, pero había conseguido una mesa para cinco.

"¿Hay alguna otra razón por la que no pueda entrar?", preguntó Robert con impaciencia, viendo cómo el hombre de seguridad de más edad negaba lentamente con la cabeza mientras el más joven, a los pocos segundos, estallaba de ira.

Liam estaba cabreado y no le importaba que aquel hombre hubiera podido pagar una mesa VIP.

Estaba a punto de gritar e intentar asustarlo de nuevo cuando, inesperadamente, oyó que la gente de detrás empezaba a quejarse.

"¡Dejen entrar al hombre!".

"¿Cuánto más vamos a tener que esperar?".

"Ya pagó, ¿no? ¿Qué más importa?".

Después de recibir su tarjeta, les dedicó a cada uno un gesto cortés con la cabeza antes de entrar con mirada complacida.

Liam y Owen no estaban contentos, pero no podían hacer nada.

La ropa de aquel hombre era limpia pero corriente, y lo último que esperaban era que pagara por una mesa VIP el triple de su salario mensual.

"¿Estamos dispuestos a dejar que se vaya así?", susurró Liam al oído de Owen, molesto al ver que éste asentía.

"Aquí hay mucha gente. Hablaremos más de ello cuando se reduzca la cola", respondió Owen, centrándose en la siguiente persona.

La presencia del hombre era un problema, pero también lo era conseguir que entrara la mayor cantidad de gente posible antes de que llegara su jefe.

Ambos trabajaban rápido, pero no lo suficiente. En el momento menos esperado, oyeron la voz de Alex, su jefe.

"Oye, Susan, no tienes que esperar en la cola; puedes seguirme dentro", dijo mientras se dirigía directamente a la entrada del club.

Liam y Owen se miraron al instante, dándose cuenta de que no había forma de esconder la situación bajo la alfombra.

"Liam, Owen, ¿a qué viene esa cola? ¿A qué se debe el retraso?", preguntó Alex en cuanto llegó a donde estaban.

Parecía muy impaciente y arrogante mientras los miraba de una forma que ambos conocían.

Con el comportamiento impulsivo de su jefe, ambos sabían que bastaba una palabra equivocada para que perdieran el trabajo.

"Jefe, era un asunto menor...", empezó Liam enviando una mirada a Owen, que también empezó a hablar al mismo tiempo.

"Jefe, sólo era un viejo que intentaba crear problemas", explicó Owen, que había pasado más tiempo trabajando en el club para saber que Alex era el que más odiaba las respuestas vagas.

Además, estaba destinado a averiguarlo en cuanto entrara en el club, teniendo en cuenta la cantidad de gente que había presenciado el suceso.

"Oh, ¿un viejo? Lo más probable es que sea un vagabundo de paso. Seguro que lo echaste, ¿no?", preguntó Alex, acercando a su lado a Susan, la chica a la que había llamado de la cola.

Sólo para sorprenderse mucho al ver la forma ansiosa en que los hombres de seguridad se negaban a mirarlo a los ojos y darle la respuesta que esperaba oír.

"Sí, ¿verdad?", su tono era mucho más alto que el que había utilizado antes.

"Jefe, lo intentamos, pero...", replicó Owen, deteniéndose a medio camino e intentando comunicar que no podía con tanta gente alrededor.

"Me da igual lo que hagan los dos", dijo Alex, susurrando en voz baja mientras se acercaba a ellos.

"Desháganse de ese hombre antes de una hora", les dijo Alex, sin intentar ocultar su enfado ante la idea de que un vagabundo merodeara por su club.

¿De qué sirve tenerlos a los dos junto a la puerta si ocurre algo así?

Comprendieron al instante lo que Alex intentaba decir sólo por su expresión, sin que se lo dijeran.

Asintieron rápidamente para asegurarle que harían exactamente lo que pedía.

Alex no quiso pasar ni un segundo más junto a la puerta y tomó a Susan de la mano, a punto de marcharse, sólo para darse la vuelta y hablarles por última vez.

"Además, tengan cuidado con mi padre. Vendrá de visita esta noche y espero que lo traten bien. No debe salir absolutamente nada mal", ordenó Alex.

Liam y Owen asintieron firmemente con la cabeza para demostrar que lo entendían y que harían exactamente lo que les pidiera.

Alex sabía que no conocían exactamente el aspecto de su padre, pero supuso que se darían cuenta en cuanto vieran lo bien vestido que iba con su bastón de oro en la mano.

Su padre era rico y le había cedido el club. Con todo el dinero que podía ganar con él, Alex sabía que tenía que tratar bien a su padre.

Un poco más y podré empezar a construir otro club en otra parte de la ciudad, pensó Alex, mirando alrededor del club, orgulloso de lo bien que lo había mantenido.

En cuanto Alex se marchó, Owen fue el primero en excusarse.

"Ocúpate de las cosas un rato; volveré. Puedes pedirle ayuda a John", le dijo Owen a Liam mientras se daba la vuelta para marcharse, pero Liam se movió instantáneamente para bloquearlo.

"Vas a perseguir a ese viejo. Yo puedo hacerlo en tu lugar", ofreció Liam, molesto al oír que su oferta era rechazada al instante por Owen, que se movió para evitarlo.

"Quédate aquí. Volveré", ordenó Owen. Aunque trabajaban juntos, el rango de Owen era muy superior al de Liam.

Liam, al ver que Owen se marchaba, sólo consiguió enfadarse más que antes, ya que se dio cuenta de que, al ahuyentar al anciano, conseguiría ganarse el favor de Alex.

¿No significa esto que estaré siempre a sus órdenes? pensó Liam, intentando contener su ira mientras se concentraba en hacer su trabajo.

Robert, una vez dentro, empezó a divertirse lentamente, contento de ver que ninguna de las personas del interior lo trataba tan mal como la seguridad del club.

La música no estaba demasiado alta y todo el mundo parecía pasárselo bien.

Firme sobre sus pies, con su fiel bastón en la mano, se acercó a la pista de baile. Estaba a punto de mostrar algunos movimientos de sus días de juventud cuando, de repente, vio una enorme sombra que se cernía tras él.

Echó un vistazo a sus espaldas y no pudo evitar suspirar un poco molesto.

"¿Qué quieres?", preguntó Robert con brusquedad, queriendo que el hombre de seguridad se fuera en ese mismo instante.

En cuanto apareció detrás de él, todos se distanciaron instantáneamente como si fuera un problema.

"Sólo estoy aquí para asegurarme de que no te caigas. Con unos huesos tan viejos, las consecuencias serán nefastas", le dijo Owen con el tono más serio que pudo reunir.

Necesitaba librarse de él, y la primera forma que se le ocurrió fue intentar convencerlo de que se marchara.

"Eres viejo; no tienes nada que hacer aquí, y lo sabes. Si te aburres, puedes intentar visitar el parque mañana por la mañana", dijo Owen, hablando con toda la franqueza que pudo.

"Si te caes de cansancio o de cualquier otra cosa, arruinarás el humor de todos y darás mala reputación al club".

Owen aún tenía mucho más que decir, pero Robert lo detuvo antes de que pudiera continuar.

"¡No me importa! Sólo estoy aquí para relajarme un rato. Cuando termine, me iré, pero no antes de que esté listo", le dijo Robert, pasándole por encima.

Sólo quería poner el mayor espacio posible entre él y Owen.

"Owen, ¿verdad?", preguntó Robert, mirando la etiqueta con su nombre que llevaba en la camisa cuando se dio la vuelta para ver que aún lo seguían.

"¿Cuál es exactamente tu problema?", su tono era mucho más alto que antes.

Era evidente que la seguridad pretendía acortar su estancia en el club.

"Mi problema eres tú. Tú eres mi problema", respondió Owen, sintiendo cada palabra.

Si el hombre hacía lo que le pedía, él estaría en su puesto haciendo su trabajo, no intentando echar a un testarudo del edificio.

"Entonces lo siento por ti, porque yo no voy a ir a ninguna parte", le dijo Robert mientras se alejaba.

Sus pasos eran un poco apresurados cuando se alejó de la pista de baile y se dirigió a la barra del bar para tomar una copa.

El camarero era un tipo joven de rostro afable que saludó a Robert al instante cuando lo vio acercarse al mostrador.

"¿Qué tipo de bebida desea que le sirva, señor?", preguntó en un tono muy educado que impresionó a Robert.

"Quiero algo muy ligero", respondió Robert con una sonrisa, mirando hacia atrás para comprobar que ya no lo seguían.

"Pero dame unos minutos; antes tengo que ir al baño", dijo Robert al camarero antes de excusarse.

Esperaba que Owen no siguiera persiguiéndolo si no veía ningún rastro suyo durante un rato.

Pero, sin que él lo supiera, Owen no sólo lo observaba desde lejos, sino que también intentaba urdir un nuevo plan.

El anterior de ahuyentar a Robert no había funcionado, así que el siguiente plan de Owen era obligarlo a marcharse.

Owen sabía que Alex no tardaría en bajar y, para entonces, tenía que deshacerse de él de algún modo.

En cuanto vio que Robert se alejaba del mostrador y se dirigía a los aseos, Owen se adelantó al instante para hablar con Jax, el camarero.

"Necesito que pongas algo fuerte en la bebida de ese hombre. Lo bastante fuerte para que se desmaye en segundos".

En ese momento, a Owen ya no le importaba.

Había intentado convencer al viejo, pero después de ser rechazado, estaba dispuesto a hacerle daño si eso significaba sacarlo del edificio.

"¿Hablas en serio, Owen? Ese hombre tiene como, ¿cuántos sesenta y siete? ¿Y si le da un infarto?", respondió Jax ansioso en voz baja, mirando a su alrededor para asegurarse de que no le oían.

"¡Me da igual! El jefe nos ordenó que lo sacáramos, y eso es lo que estoy haciendo".

"Si muere, seré yo el que salga de este bar y vaya a la cárcel", replicó Jax, sacudiendo la cabeza con firmeza.

"No voy a hacerlo. Si quieres echarlo, busca otra forma", insistió Jax, ignorando a Owen, que estaba delante de él.

Empezó a mezclar bebidas para mostrar su falta de voluntad de continuar la conversación.

Jax estaba seguro de que Owen seguiría molestándolo, pero se alegró de ver cómo retrocedía y se alejaba lentamente.

Respirando aliviado, Jax acababa de centrarse por completo en su trabajo cuando oyó un gran estruendo seguido del sonido de fuertes pasos cerca de él.

Incluso antes de levantar la vista para ver de quién se trataba, Jax supo que era Owen.

"¿Qué crees que estás haciendo? No eres...", empezó a decirle Jax, fulminándolo con la mirada.

Owen no era su jefe y no estaba obligado a seguir ninguna orden que recibiera de él.

El tono de Jax era cortante, y aún le estaba hablando a Owen cuando de repente lo agarró con fuerza por el cuello de la camisa, impidiéndole continuar.

"¿Qué...?", intentó decir, fulminando con la mirada a Owen, que era al menos medio metro más alto que él.

Pero, de nuevo, antes de que pudiera hablar, el agarre de Owen alrededor de su cuello se hizo aún más fuerte.

"No soy tu jefe, pero ni por un segundo pienses que puedes faltarme al respeto", lo amenazó Owen en voz baja.

El club estaba lo bastante oscuro como para que su agarre al cuello de Jax quedara completamente oculto.

Antes de agarrarse al cuello de Jax, también se había girado de tal forma que ocultaba a Jax de la vista de la gente mientras le amenazaba.

"No creas que puedes hacer lo que quieras mientras robas botellas del club. ¿Qué? ¿Creías que no lo sabía?", dijo en voz baja mientras soltaba lentamente el agarre de su camisa.

Owen le palmeó ambos hombros y continuó hablando con una sonrisa.

"Haz lo que te digo y no tendrás que preocuparte de que te despidan esta noche", dijo Owen, marchándose en cuanto obtuvo un asentimiento de Jax.

No dudaba de que Jax haría lo que le pedía, teniendo en cuenta lo difícil que le resultaría conseguir otro trabajo después de haber sido despedido por un motivo tan terrible.

Owen tenía razón sobre Jax.

Será mejor que empiece a mezclar la bebida antes de que llegue el viejo, decidió Jax mientras volvía a concentrarse en su trabajo, deslizando al mismo tiempo unas pastillas de su bolsillo.

Mientras tanto, Liam permanecía fuera del club, junto a la entrada, con expresión aburrida.

Frente a él estaba John, que atendía a la gente que intentaba entrar. De alguna manera, parecía estar bien haciendo el trabajo de dos personas mientras Liam permanecía de pie al lado sin hacer nada.

Los pensamientos de Liam se centraban más en por qué Owen no había vuelto.

Ese viejo tampoco ha salido, pensó Liam con una sonrisa, preguntándose si Owen estaría teniendo problemas para sacar al hombre del club.

Es bueno que no pueda, decidió Liam, dándose cuenta de que si Owen no podía, entonces probablemente tendría la oportunidad de impresionar a Alex si lo hacía.

Quizá incluso pueda conseguir un ascenso, se preguntó, mientras de vez en cuando echaba un vistazo al club.

Pasaron los minutos sin noticias y, para entonces, Liam ya se había cansado de esperar junto a la puerta. Había renunciado a intentar contener su curiosidad y estaba dispuesto a entrar.

"John, dame unos minutos. Volveré", le dijo a John, y se marchó en cuanto terminó de hablar.

John, que estaba ocupado atendiendo a la gente que tenía delante, oyó la voz de Liam y estaba a punto de responder cuando miró hacia atrás y vio que se había ido.

Liam entró en el club, moviéndose lo más rápido que pudo, tratando de encontrar al anciano.

Miró a su alrededor, y justo cuando se preguntaba si de algún modo Owen había podido deshacerse de él sin que lo supiera, lo vio salir del pasillo de los baños.

"¡Bingo!", sonrió satisfecho, viéndole dirigirse directamente al bar.

Liam se excitó aún más al ver a Owen de pie a unos pasos de él, observándolo sin intentar hacer nada más.

"Owen sigue siendo demasiado blando", suspiró Liam, dándose la vuelta para buscar a alguien a quien había visto hacía un segundo.

Liam se sintió satisfecho al ver que sus ojos se posaban en la persona que buscaba y aún más al pillarlo haciendo algo que se suponía que no debía hacer.

Liam esperó pacientemente unos minutos a que la persona con la que hablaba se marchara antes de gritar su nombre desde atrás.

"Xander, pillarte con las manos en la masa es cada vez más fácil hoy en día", dijo Liam, con los ojos puestos en la joven que se apresuró a marcharse con un paquete blanco.

"¿Es seguro?", preguntó Liam, sin sentir curiosidad y tratando simplemente de conversar un poco antes de amenazarle.

"Todo lo seguro que puede ser", respondió Xander, encogiéndose de hombros, enormes y musculosos, cubiertos de pesados tatuajes que demostraban lo matón que era.

Tenía varias cicatrices en la cara, pero unos ojos extremadamente sagaces.

Ver a Liam aparecer de repente delante de él y no echarlo del club significaba que necesitaba algo de él.

"¿Qué quieres, Liam? Si es algo que no puedo hacer, me iré. Ya no hago cosas peligrosas. Sólo intento ganarme la vida".

"¡Bien! Entonces no te importará empezar una pelea con ese viejo del bar".

"¿Qué? ¿Quieres que me pelee con ese hombre?", preguntó Xander, girando la cabeza y levantando la mirada para ver al viejo que Liam señalaba junto al mostrador.

Vio la furgoneta colgada a su lado, y Xander envió instantáneamente una mirada desagradable a Liam.

"No puedo creer que no puedas ocuparte tú mismo de algo tan sencillo", le espetó, pero a Liam no le importó.

"Ve allí y empieza una pelea con él. Yo la romperé y lo echaré del edificio por alterar el orden público. Fácil, ¿verdad?", le dijo Liam, molesto al ver la expresión reacia de Xander.

"¡No te he pedido que le rompas los huesos, sólo que discutas con él! O quizá tu medio de vida no es tan importante como acosar a un desconocido que no conoces", dijo Liam.

Con un ligero encogimiento de hombros, Liam se dio la vuelta, dejando claro que estaba a punto de marcharse.

"¡Muy bien! Sal del club y no vuelvas nunca; encontraré a otra persona", ordenó Liam, alejándose ya.

Sólo había dado un paso cuando oyó que Xander se apresuraba a llamarlo.

"Está bien. Lo haré", le oyó decir Liam, y no pudo evitar sonreír, enmascarando su expresión en blanco cuando se volvió hacia Xander.

"No me meteré en problemas, ¿verdad?".

"No te meterás. Date prisa. Te estaré esperando", ordenó Liam, satisfecho al ver que Xander asentía y caminaba lentamente hacia el bar.

Si todo va bien, podré caerle bien al jefe, pensó Liam con impaciencia, esperando el momento exacto en que tendría que entrar.

Robert se sentó junto a la barra, satisfecho de ver lo competente que parecía el camarero mientras mezclaba su bebida y lo rápido que lo hacía.

Apenas llevaba unos segundos sentado cuando vio que el bartender le colocaba la bebida con suavidad.

"¿Seguro que éste es mi pedido? Pedí algo ligero", preguntó Robert, observando el vaso que le pasaba el bartender con mirada suspicaz.

Su bebida era de color azul pálido, pero lo que le preocupaba era la espesa espuma que se formaba en la parte superior y que rebosaba lentamente por el vaso.

"Sí, éste es tu pedido. Puedo prometerle que esta bebida es muy ligera", respondió Jax, mintiendo entre dientes con una sonrisa profesional.

"Es la especialidad del club. Los hombres mayores como usted suelen preferir este cóctel en particular".

Puede que Jax hubiera pinchado hábilmente la bebida, pero también tenía que asegurarse de que el hombre se la bebiera.

Aunque me pida otra, puedo preparar una nueva y volver a pinchársela, decidió Jax, al ver lo reacio que se mostraba el hombre a tocar la bebida.

Pasaron unos segundos de silencio, y justo cuando Jax estaba convencido de que el hombre no tocaría la bebida, vio cómo alargaba la mano para tomarla.

¡Por fin!, pensó Jax, viéndolo llevarse el vaso a los labios para beber un sorbo.

Con lo mucho que había vertido en él, estaba seguro de que un solo trago era más que suficiente para llevar a cabo la hazaña.

"En cualquier momento", murmuró Jax en voz baja, bajando la mirada con la atención aún centrada en el anciano que tenía delante.

Jax esperó a oír a Robert engullir su bebida, pero, para disgusto de Jax, nunca lo hizo.

"¡Oye, estás sentado en mi sitio!", un hombre fornido y musculoso apareció de repente, gritando junto a Robert, que al instante dejó la bebida, conmocionado por el repentino enfrentamiento.

"¿Estás sordo? ¿Estás sentado en mi asiento?", volvió a gritar el hombre, y por la mirada violenta que tenía, discutir con él era lo último que Robert quería hacer.

"Lo siento", se disculpó rápidamente y se levantó del taburete en el que había estado sentado, llevándose la bebida al pasar al siguiente.

Robert ni siquiera lo miró mientras se acomodaba en su nuevo asiento, llevándose la bebida a los labios para dar un sorbo y calmar los nervios.

Acababa de levantar el vaso por segunda vez para dejarlo caer, sobresaltado al oír a su lado un grito más fuerte de la misma persona.

"Ese asiento también me pertenece".

"¿Qu-qué?", exclamó Robert, tartamudeando un poco cuando enseguida se hizo evidente que aquel hombre intentaba buscar pelea con él.

¿Qué demonios le pasa a este hombre?, se preguntó Jax, más que molesto por la interrupción del hombre corpulento que seguía entorpeciendo sus planes.

"Señor...", Jax abrió la boca para intentar intervenir, pero la cerró al segundo siguiente, asustado por la mirada que le dirigió el matón.

Al instante, supo que no debía intentar intervenir si no quería resultar herido.

Los ojos de Jax buscaron rápidamente a Owen, molesto por no verlo, pero encantado de ver a Liam de pie no demasiado lejos.

Jax estaba a punto de levantar la mano e intentar enviar una señal a Liam. Pero Jax se dio cuenta de que Liam ya estaba mirando en su dirección, y era evidente que no tenía intención de detener al matón.

"¡No voy a repetirlo! Éste también es mi asiento; bájate", amenazó Xander, empujando un poco al anciano por los hombros, un poco sorprendido al ver cómo casi se caía y se golpeaba contra el suelo en ese mismo instante.

Como no quería que lo agredieran más de lo que ya estaba, Robert se levantó del asiento con el bastón en la mano, dispuesto a abandonar el bar por completo.

Justo después, estiró la mano para agarrar su bebida y llevársela cuando, de repente, vio cómo el hombre corpulento la agarraba antes de que pudiera hacerlo.

"¿Qué haces?", preguntó Robert con un tono tranquilo que demostraba lo molesto que estaba.

"Este cóctel también es mío", anunció Xander con orgullo, llevándose la bebida a la boca y engulléndola con una amplia sonrisa.

Si voy a acosarte gratuitamente, también podría obtener algún beneficio antes de que te saquen del edificio, pensó Xander mientras engullía el contenido del vaso.

"Sabe un poco raro, pero no está mal", comentó Xander mientras encaraba a Robert y dejaba caer el vaso vacío sobre la mesa.

Estaba a punto de seguir acosando al hombre antes de la llegada de Liam cuando, de repente, sintió una tremenda presión en la cabeza.

Se le nubló la vista y lo siguiente que sintió fue que se desplomaba dolorosamente contra el suelo.

Robert se horrorizó al ver a la persona que tenía delante, que había estado completamente sana, caer de repente al suelo.

Estaba seguro de que la razón por la que el matón estaba en el suelo era la bebida que acababa de engullir.

Robert se volvió al instante para mirar al bartender. Inmediatamente pudo detectar la culpabilidad bajo la expresión confusa que tenía en el rostro.

Jax hizo todo lo posible por parecer inocente, pero estaba bastante claro que él era el culpable, ya que había preparado la bebida y tenía acceso a ella.

Sin embargo, al sentir la mirada de Robert en su rostro, Jax estaba dispuesto a culpar a cualquier otra persona para protegerse a sí mismo y a su trabajo.

"Probablemente estaba borracho. Quizá por eso se comportaba así con usted", consiguió decir Jax, pasándose las manos por el pelo con ansiedad mientras esperaba desesperadamente que llegara Owen.

Era imposible que la gente de alrededor no se diera cuenta de que un hombre enorme caía de repente al suelo, y poco a poco empezó un ligero alboroto.

La gente tenía curiosidad por saber qué había pasado, y Owen, que ya estaba de regreso, también se dio cuenta.

Estaba esperando el resultado de su plan cuando vio a un hombre que sacaba a una joven por la puerta lateral.

Les faltaba personal con la cantidad de gente que había en el club, y Owen sabía que no habría nadie si las puertas estuvieran abiertas.

Corrió rápidamente tras ellos y consiguió recuperar a la mujer. Se la entregó a alguien que conocía antes de volver corriendo al bar, esperando ver a un hombre mayor en el suelo esperando a que lo llevaran.

Lo último que esperaba ver era a un matón conocido tirado en el suelo, completamente inconsciente.

Rápidamente, maniobró entre la masa de gente que se agolpaba en la zona.

"¿Qué está pasando aquí?", gritó Owen nada más llegar, sorprendido de ver a Liam, de quien esperaba que estuviera en su puesto.

"Liam, ¿qué haces aquí?", preguntó Owen, observando la mirada orgullosa de Liam mientras se agarraba con fuerza a los brazos del hombre.

"Lo mismo que tú. Este hombre ha causado disturbios y simplemente me estoy deshaciendo de él. Estaba discutiendo con el hombre cuando de repente cayó inconsciente", anunció Liam con orgullo, y Owen sintió la tentación de cubrirse la cara con ambas manos, avergonzado.

Sí, les habían ordenado deshacerse de aquel hombre, pero no de una forma tan estúpida.

¿Cómo era posible que aquel hombre mayor hubiera dejado inconsciente a un hombre tan musculoso?

"Lo pillé in fraganti. Dio una patada al hombre y lo golpeó con su bastón", continuó Liam, añadiendo algunas mentiras cuando se dio cuenta de que la gente de alrededor lo miraba con extrañeza.

"Lo acompañaré fuera, y tú puedes ayudar a levantar a este hombre del suelo", le dijo Liam a Owen, que al instante negó con la cabeza.

El hecho de que Liam estuviera allí, insistiendo en escoltar al hombre fuera, significaba que él era la razón por la que sus planes se habían ido al traste en primer lugar.

"Tú enviaste a este matón aquí, ¿verdad?", le susurró Owen a Liam, agarrándolo de la mano para impedir que fuera a ninguna parte.

Si Owen le permitía marcharse y se llevaba al matón, al instante le echarían la culpa de la grave situación e incluso podrían despedirlo.

"No tengo idea de lo que estás hablando", respondió Liam frunciendo el ceño, encogiéndose de hombros ante el fuerte apretón de Owen.

Robert se colocó detrás de ellos y sintió que el fuerte apretón de Liam sobre su brazo empezaba a dolerle.

Además, el hecho de que los dos hombres que tenía delante estuvieran a punto de enzarzarse en una pelea le hizo querer distanciarse aún más de ellos.

"Oye, ¿puedes soltarme la mano?", preguntó educadamente Robert, sólo para que le gritaran dos personas a la vez.

"¡Cállate, viejo!".

"¡Cállate y no te metas! Te ordeno que lo sueltes y limpies este desastre. Cuando Xander se despierte, sabes que te delatará", le dijo Owen en voz alta y enfadado a Liam.

A Liam, en cambio, no pareció importarle, pues se encogió de hombros y siguió sujetando al hombre con una mirada orgullosa.

"¿Cómo me va a delatar exactamente si te han despedido?", respondió Liam en un tono bajo que sólo Owen podía oír.

Owen apretó los puños al instante, a segundos de utilizarlos en la cara de Liam.

Alex se había estado relajando arriba en la sala VIP con Susan cuando le llamó la atención un alboroto en el piso de abajo.

El club solía estar más lleno de gente los viernes que otros días. Al principio, Alex no le dio importancia hasta que Susan le llamó la atención sobre el alboroto.

Acababa de levantarse para bailar al ritmo de la música cuando se detuvo, con una expresión de preocupación en el rostro mientras señalaba hacia abajo.

"Alex, creo que pasa algo", le dijo en voz baja a Alex, que acababa de servirse otra copa.

Al instante, él se puso en pie y se volvió para mirar en la dirección exacta en la que ella estaba mirando.

Alex se enfureció al instante ante la visión que tenía delante.

Estaba demasiado lejos para ver bien con las tenues luces, pero pudo darse cuenta de que Liam y Owen estaban en el centro de lo que fuera que parecía estar ocurriendo.

Alex tenía muy mal genio y, mientras bajaba las escaleras, sintió que hervía de rabia.

La música seguía sonando, pero en lugar de divertirse, la atención de la gente se dirigía a una gran pelea que no debería estar ocurriendo en su club.

Alex sólo se irritó más al acercarse a donde estaba el problema y ver a Liam y Owen, los dos porteros principales encargados de la entrada, discutiendo fuertemente entre ellos.

Alex corrió instantáneamente hacia delante, intentando detenerlos en ese mismo instante.

Con los ojos enrojecidos y ligeramente intoxicado por las bebidas que había tomado. Alex no pensaba tomárselo con calma.

"¡Liam! ¡Owen! ¿Creen que esto es un circo?", gritó, interponiéndose entre ellos.

Alex estaba furioso y no intentó ocultarlo.

"Tenían un único trabajo: asegurar la entrada y deshacerse del viejo apestoso al que dejaron entrar. ¿Qué es este alboroto?".

"Jefe, estaba a punto de hacerlo cuando Owen me detuvo".

"Jefe, Liam debería estar vigilando la entrada por si llegaba su padre, pero en vez de eso, anda por ahí con matones", replicó Owen, y Alex ya estaba harto.

"¡Cállense! ¡Los dos! Supongo que tendré que hacerlo yo", refunfuñó Alex en voz alta, volviendo la mirada hacia el anciano que estaba de pie detrás de Liam, dándole la espalda.

"¡Oye, viejo! Vete ahora que todavía estoy...", pero no llegó a terminar sus palabras cuando de repente se quedó congelado en el sitio.

"¡Papá!", gritó Alex, con auténtica expresión de asombro al mirar la ropa que llevaba puesta su padre.

Era multimillonario, y verlo con semejante ropa lo escandalizaba aún más, pero Liam y Owen estaban el doble de sorprendidos.

Incluso Jax, que estaba detrás del mostrador, estaba igual de atónito.

Había estado observando en silencio todo lo que ocurría, con la esperanza de que su papel en todo quedara olvidado, sólo para darse cuenta de que estaba a punto de perder su trabajo.

"Papá, no sabía que estabas por aquí".

"Vine un poco antes para echar un vistazo, y creo que ya he visto bastante. Sobre todo porque a los viejos no se les permite entrar en el club del que soy propietario", suspiró Robert, desviando la mirada hacia Liam y Owen, que no podían levantar la cabeza y encontrarse con sus ojos.

"Papá, no me refería a eso. Puedo explicarlo".

"Este club se está desmoronando y ni siquiera se nota. Tiene guardias de seguridad maleducados, un bartender corrupto y un gerente débil sin sentido financiero".

"¡Padre!", suplicó Alex, sabiendo que, como único gerente del club, su padre se refería a él.

"Me equivoqué al entregarte todo. Aún tienes que aprender muchas lecciones. Lo último que deberías hacer es rechazar a un cliente que paga, aunque fuera el mismísimo diablo".

"¡Papá! Te prometo que lo haré mejor", suplicó Alex, pero Robert agarró el bastón para indicarle que estaba a punto de marcharse.

"Mañana por la mañana tendré una reunión contigo y con tu equipo", dijo Robert, volviendo a mirar al tembloroso bartender, satisfecho de ver lo asustado que estaba.

Debería estar asustado, pensó Robert, sabiendo que si el matón no le hubiera arrebatado la bebida de la mano, sería él quien yacería inconsciente en el suelo.

Sólo quería echar un vistazo antes de subir a ver a su hijo y no esperaba que lo maltrataran de aquella manera.

A partir de ese momento, Robert decidió dar a su hijo y a toda su tripulación una lección que no olvidarían el resto de sus vidas.

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Rick, un niño de siete años, vuelve a casa de un campamento y se encuentra con que sus padres se han ido y su casa está en venta. He aquí la historia completa.

Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.